El perdón
“El perdón no se pide, se gana”. La reincidencia o repetición de un error es causada por el desconocimiento del curso adecuado del perdón. Un error es una acción desacertada o equivocada que como toda acción tiene sus consecuencias: agresión a la dignidad humana, propia y de las personas a quienes les llega su efecto; además de quedar gravada en la memoria de la Esencia Divina. “Somos tan inconscientes del alcance de nuestras acciones tanto para bien como para mal”.
“La enmienda y la sanción” son el camino que debemos recorrer para ser merecedores del perdón. El Espíritu Omnipresente y Omnipotente es fiel testigo de todos los sucesos; Él, bien conoce las verdaderas intenciones de nuestro corazón, y no lo podemos engañar. He aquí la grandeza de alcanzar su perdón: es la superación de la violencia en nuestros corazones, es la abolición total de rencores y sometimientos, es la reparación de daños causados, es la corrección de defectos y abandono de malos hábitos, y por último aceptar y cumplir con valentía la sanción impuesta por la Esencia Divina. Es muy importante cumplir la sanción sin reproches, con la conciencia de que esta expiación es por nuestra superación espiritual y un esfuerzo por alcanzar la reconciliación con nuestro Dios Creador.
Ante la justicia del hombre basta con el juego de las justificaciones para poder eludir la sanción adecuada, pero ante la Justicia Divina el proceso de “enmienda y sanción” es un compromiso sagrado e ineludible que redime la dignidad del ser humano.